
Los cristianos estamos llamados a la santidad; para ello hay que vivir en gracia de Dios; pero podemos perder la gracia bautismal por el pecado mortal, que mata la vida sobrenatural del alma y rompe la amistad y la comunión con Dios.
El pecado, como explica el Papa Juan Pablo II, es un acto suicida, porque ante todo, el hombre se daña a sí mismo, destruyendo toda obra buena.
El Señor Jesús ha instituido el sacramento de la penitencia, que se llama también y muy adecuadamente «Sacramento de la Reconciliación» o Confesión, para perdonar los pecados cometidos después del Bautismo y abrirnos así la puerta a la reconciliación con Dios.
Jesucristo, por ser Dios, tiene poder para perdonar los pecados, y dio este poder a los Apóstoles y sus sucesores en el sacerdocio, quienes actúan «en la persona de Cristo»; o sea que, de hecho, es el mismo Jesucristo el que perdona por el misterio del sacerdote.
Parroquia San Vicente Ferrer Andalucia
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